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Redacción de los textos

En muy poco tiempo vamos a abrir. Sé que es la tercera vez que empiezo así. Pero esta vez es más que confirmado ya que el 12 de noviembre empieza el simposio Visualizar, y el taller donde 10 proyectos se van a desarrollar.
Vienen investigadores, artistas, y profesionales de todo tipos del mundo entero como ponentes, ideadores de los proyectos o colaboradores. En suma, va a venir a trabajar mucha gente, y esperamos que seais muchos en venir a visitarnos, a ver los proyectos y tal vez participar en ellos. Por eso tenemos que tener la sala lista – pintada, organizada…- y los textos redactados.
A partir del lunes o del martes, dos mediadores más van a incorporarse. Va a estar mucho mejor. Nos vamos a poder organizar mucho mejor para poder aprovechar de este taller al máximo. Volverémos en un post próximo sobre este tema, sobre el hecho de pensar un evento caótico, imprevisible y en directo para poder sacar más beneficio a nivel de mediación en un sentido muy amplio, es decir, para informar, difundir la información y articular entre los usuarios y toda esta gente que va a estar presente durante esas dos semanas. De momento pues nos dedicamos a elaborar las carpetas de textos… y a escribir los textos explicativos de cada evento en las paredes.
El día 12 el espacio va a ser constituido por: un texto de información sobre Medialab Prado que se va a colocar en la entrada detrás de una especie de barra que tenemos en cual se va a hacer un «punto de información» si conseguimos hacerlo a tiempo, con la información de «nuestros vecinos», y donde en el resto se colocaran ordenadores. Encima de esta barra, hay una pared blanca no muy alta pero muy larga, donde se van a poner un texto sobre Visualizar y uno sobre el Procomún, que son las dos líneas activas actualmente. Pero la mayoría de la pared se dejará en blanco para que a medida de que se desarrollen los proyectos del taller de Visualizar, se desarrollen también los contenidos explicativos y exhibitivos.
Las 2 otras líneas presentes en el espacio serán Interactivos? con las obras de Chris Sugrue y de Diego y Clara. Por eso también hará falta un texto explicativo de este taller, que seguramente asociarémos en el espacio a la obra de Chris, pero ciertamente lo pondrémos después de Visualizar. Igualmente estamos preparando una carpeta y un texto para presentar la actividad AVLAB, que se hace una vez al mes.
Entonces, nos proponemos, para iniciar realmente el proceso de participación que nos gustaría conseguir a través en parte de este blog, publicar los textos que hemos redactado, y a continuación el uso del espacio a través de un plano.

Textos
1/ ¿Qué es Medialab Prado?
«Medialab Prado está orientado a la producción, investigación y difusión de la cultura digital y del ámbito de confluencia entre arte, ciencia, tecnología y sociedad (ACTS).
El objetivo principal es crear una estructura en la que tanto la investigación como la producción sean procesos permeables a la participación de los usuarios. Para ello ofrece:

-Un espacio permanente de información, recepción y encuentro atendido por mediadores culturales.

-Convocatorias abiertas para la presentación de propuestas y la participación en el desarrollo colaborativo de proyectos.

La programación se estructura en torno a líneas estables de trabajo. Hasta el momento se han puesto en marcha las siguientes:

Interactivos?
: usos creativos de la electrónica y la programación
Inclusiva-net
: investigación y reflexión en torno a la cultura de redes Visualizar: estrategias y herramientas de visualización de información
Laboratorio del Procomún:
discusión transdisciplinar acerca de los bienes comunes.

AVLAB:
creación sonora y audiovisual»

2/ Visualizar
«La visualización de datos combina estrategias y técnicas de la estadística, el diseño gráfico y de interacción, y el análisis computacional.
Grandes cantidades de datos son transformadas en imágenes que facilitan su lectura e interpretación. Estas imágenes, en muchos casos dinámicas, contribuyen a poner de manifiesto relaciones ocultas entre los diferentes datos y permiten extraer nuevas conclusiones».

Se espera a que alguién diga algo, y proponga modificaciones si le parece que haga falta.
Muchas gracias, y ahora me pongo con el plano.

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La doble delegación, cuestionamiento y ruptura

El pasado jueves, en su exposición para el Laboratorio del Procomún, Antonio Lafuente puso sobre la mesa de debate un concepto de gran utilidad para pensar la relación del conjunto de la sociedad, de los ciudadanos, del pueblo soberano, de la gente del común, con el poder, la autoridad y con el conocimiento: se trata del concepto de la doble delegación.

La primera delegación se produce en dirección del pueblo soberano a los representantes políticos. Una primera instancia de delegación es el voto político para la representación parlamentaria, que constituye un eje vertebrador para la democracia representativa.

La segunda delegación, la hacen los ciudadanos cuando transfieren a los científicos y expertos, la capacidad para establecer y definir las dimensiones de los fenómenos naturales y sociales. Muchos de estos fenómenos, la mayoría de los que nos preocupan, son considerados como “problemas”, y por el mismo acto de la segunda delegación esperamos de los científicos y expertos las “soluciones”.

Un ejemplo de esta segunda delegación, lo voy a realizar ahora mismo: cuando consulto a la RAE el significado de la palabra “delegación”. Acudo a una fuente de “autoridad” (a la que por cierto voy a cuestionar unos párrafos más adelante), ante la necesidad apremiante de encontrar un consenso con los lectores sobre el concepto y poder seguir la disertación.

Según la RAE, “delegación” es la acción y efecto de “delegar” que a su vez consiste en una acción de vertiente doble e interconectada: “dar a otra la jurisdicción para que tiene por su dignidad u oficio, para que haga en sus veces o para conferirle su representación”.

¿Qué problemática presenta esta definición (en en general todas las definiciones de la RAE) cuando la examinamos con la lupa crítica a la luz de los nuevos fenómenos sociales?

Parece que se admite que en la “delegación” hay una transferencia de poder de alguien que lo detenta, no por razones netamente políticas o económicas, sino por su mera “dignidad”. Parece que hay un pacto entre ambas partes, la que detenta un derecho “natural” de autogobernarse y aquella en la que se delega. Esto se estableció así en el siglo XVIII como una condición previa para generar y mantener la paz social.

Ahora bien, como recuerda Richard Stallman sobre cuando habla del copyright respecto al software libre:

¿Fue transferido ese derecho natural para siempre?

¿Si cambian las condiciones (sociales, tecnológicas), no es necesario también modificar los términos del pacto social?

¿Qué sucede cuando la parte con derechos decide que no quiere renovar el pacto en su fórmula actual de voto cada cuatro años?

Además, ¿ha contribuido la delegación política actual a la verdadera paz social, o se han producido en los últimos doscientos años (desde las elaboraciones teóricas del contrato social) más muertes por hambre, guerra y desigualdad que nunca antes en la historia?

“Representación”: dice la RAE que, además de la acción de representar, implica una “figura, imagen o idea que sustituye la realidad”.

Y entonces, ¿qué obtiene el “representante” a condición de ejercer como esta parte en el pacto?

¿Se limita únicamente a recibir un salario o emplea su posición para mediar e interpretar con figuras e imágenes la realidad, en función de su propia visión e intereses?

Las nuevas tecnologías de la comunicación y la información y los distintos usos sociales y estrategias que distintos colectivos hacen de ellas, están contribuyendo a poner en cuestión estas dos acciones: la delegación y la representación.

En primer lugar, porque se han roto las barreras técnicas para la participación ciudadana en la gestión, control y evaluación política, que justificaban que la capacidad de voto se ejerciera una vez cada cuatro años. Se ha propuesto Internet, el DNI electrónico, los cajeros automáticos o los centros de votación automatizados como mecanismos alternativos para la toma de decisión y gobierno.

Pero lo que es mejor, para votar es necesario estar informados, y cada vez hay más libre acceso a la información y más foros donde ésta puede debatirse. Así podemos mantener el estatus quo de la segunda delegación consultando la página de la RAE o cuestionar este concepto, proceso histórico y las bases sobre las que se asienta escribiendo un post en este blog o generando en la Wikipedia un artículo donde se plantee la afilada problemática que se plantea.

Se cuestiona así la legitimidad de científicos y expertos como los únicos agentes sociales productores de conocimiento.

Ahora es necesario seguir investigando qué otras propuestas, experiencias, proyectos y alternativas existen fuera del ámbito digital para el retorno a la soberanía y la participación en la gestión del gobierno y del conocimiento. ¿Qué fenómenos se dan en el ámbito del cuerpo, del medio ambiente o de la ciudad?

Nuevas experiencias están surgiendo: los foros híbridos para la construcción colectiva de conocimiento y planificación salud, la Investigación y Acción Participativa en las ciencias sociales para la creación de nuevas políticas sociales, o los presupuestos participativos para decidir cómo se distribuyen los fondos procedentes de impuestos.

Seguiremos informando…

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Después de Ignacio Sotelo…

El jueves pasado tuvimos como previsto una intensa tarde en torno a la noción de democracia. Bueno, noción no exactamente, porque no se debatió según perspectivas de filosofía política, o de ciencias políticas, sino desde el punto de vista realista de la experimentación.
Tuvimos una parte optimista y una parte bastante desesperante.
La primera parte, es decir el cuarto, y no tercero como dije equivocadamente en el post anterior, encuentro del laboratorio del Procomún estuvo constituida por el comentario de Emmanuel Rodríguez al texto de Antonio Lafuente, con las aportaciones preciosas de Juan Carlos Salazar y de Jesus Carrillo. Aunque la complejidad y el aspecto novedoso de los términos y del debate parecían alejar los conceptos de democracia técnica, de afectados, de riesgo… a la experiencia cotidiana, en realidad de lo que se hablaba era de la posibilidad de volver a definir quienes somos en el marco de un Estado, o de un espacio territorial definido, cuáles son las formas de actuar entonces para tomar decisiones, y por lo tanto qué puede ser la cara del nuevo marco politico que provocaría esta doble redifinición. Si ya no somos ciudadanos dentro de un Estado nación cuyo modelo es la democracia representativa, habrá que ser indivíduos constituidos de múltiples identidades sociales que, afectados por un tema específico, definiéndose parcialmente y puntualmente según una de sus identidades en relación al tema por lo cual está afectado, se verán implicados en la elaboración de las decisiones al igual que las fuerzas científicas e institucionales, lo que abrirá los procesos de decisión y conducirá a una democracia participativa. Aunque Emmanuel Rodríguez como Jesus Carrillo no piensan que sea un modelo práctico que pueda convivir con el sistema representativo, ni que la participación del indivíduo pueda corresponder a la de «afectado», y que la única posibilidad conceptual es pensar un sistema opuesto, es decir una democracia radical, aunque practicamente irrealizable por su radicalidad, acabamos todos con la idea que una democracia donde los indivíduos se puedan reapropriar de una parte de su poder para solucionar o remediar problemas que los expertos y los políticos bajo presiones de intereses suscitaron, es posible y necesaria. Aunque falte mucho antes de averiguar su posibilidad, como pensar realmente todo lo que significa «afectado», el marco de funcionamiento o reconocimiento de esta palabra, la delimitación del poder de actuación de las formas participativas, local? global? dentro de los marcos geográficos y políticos actuales?, y definir entonces el tipo de espacio politico que sería esta aglomeración de afectados, acabamos esta primera parte entusiastas y convencidos de la posibilidad de una forma política mejor.
Y vino el Señor Sotelo.
El Señor Sotelo es un señor de 71 anos, que vivió la censura, la imposibilidad de hablar, el exilio, y que contribuyó a la lucha para establecer la democracia representativa. Y el Señor Sotelo es una referencia en filosofía política, ademas de haber él mismo experimentado varios sistemas políticos como ciudadano. El Señor Sotelo empezó entonces en un estilo muy socrático a explicarnos las diferencias entre la democracia ateniense y la democracia actual representativa, enseñando muy didacticamente y en una forma silogística que 1/la democracia ateniense tenía ciertas características, 2/la democracia actual representativa tiene otras características 3/entonces la democracia no es una forma política universal ni perfecta.
La delegación de poder y la representación no nos permiten realmente participar al funcionamiento de nuestras democracias. Sin embargo, sería sin sentido, aunque tecnologicamente posible, que todos los cuidadanos participen en permanencia en los procesos de elaboración de las decisiones, y conduciría al immobilismo. Volviendo a las teorías de Rousseau entre otras, el señor Sotelo afirma que el sistema representativo es el mejor para gestionar democraticamente una democracia constituida por millones de ciudadanos. Y de repente, por haber discurrido él solo unas 45 minutos, el señor Sotelo como buen platónico, dejó que se instaurara el diálogo, no un debate, sino un verdadero diálogo socrático a valor heurístico. Tras unas preguntas, el Señor Sotelo dio la razón a Antonio Lafuente que concluyó entonces por las diferentes afirmaciones del Señor Sotelo que el principio de representación era una «gran invención fallida», ya que primero los escrutines podían modificar el grado democrático de las votaciones, y sobre todo por el hecho de que la asamblea era el lugar de validación de decisiones que se toman mucho antes, y que corresponden a motivaciones muy lejanas al bien público. Intervino entonces otra persona del público, que en contra de la identificación entre democracia y mercado, proponía la posiblidad de la democracia participativa, esta especie de toma de poder de la sociedad civil sobre asuntos estatales. Y al Señor Sotelo le pareció totalmente posible, mejor, al Señor Sotelo le pareció ser la tendencia hacia cual se encaminaba el régimen en cual estamos, (que llamamos democracia porque hemos entendido que no es universal ni perfecto, pero que, si pudiera existir un paradigma aunque solo sea una forma utópica que tenga validez en mis suenos, dudaría en llamarlo asi), por ser una manera para el Estado actual de neutralizarnos y de descomprometerse en varios temas como la salud, o la educación, lo que le permitiría dedicarse más a la construcción de un poder oligarquico planetario. Pero su conclusión fue aún más ateradora, porque claro, de repente, nos hizo ver que el mercado correspondía a la democracia actual porque el poder esta en lo económico, y las decisiones económicas se toman a nivel europeo sin el mero control democratico, ya que se toman de forma secreta entre los jefes de gobierno que ya no tienen ninguna reponsabilidad delante de sus ciudadanos. De repente nos dimos cuenta de que nuestro debate era bonito, pero era ingenuo y impotente.
Fue un golpe duro, muy duro, que nos dio el Señor Sotelo, desde toda su experiencia, desde todo su saber, y su claravidencia.
Pero tengo dos esperanzas, dos cosas que me hacen esperar que el Señor Sotelo se equivoca un poco, apenas, lo justo para poder pensar y creer en otro modelo: el Señor Sotelo viene de una tradición política diferente, donde el Estado es una garantía, y de una tradición social diferente, donde la sociedad tiene pocos medios para expresarse. Pero entre la complejificación de las relaciones entre habitantes de un país, espacio territorial y Estado, y entre la llegada de las nuevas tecnologías, se puede percibir unas perspectivas nuevas. Primero, la gente ya no se siente ciudadana y, si se pone a cuidar ella misma del espacio público y a encargarse de las necesidades que tradicionalmente el Estado debía asumir, se puede suponer que exigirá un cambio en las relaciones que tiene con el Estado, y que podrá revelarse como un poder de presión, de cambio y de decisiones. Y gracias a las nuevas tecnologías, si bien es cierto que no tendría sentido intervenir cada día sobre el proceso de elaboración y voto de una ley, sentido tendría en cambio el uso de las nuevas tecnologías para exigir y acceder a más transparencia democrática usándolas como herramientas de control de los gobiernos.
Seguramente no podemos creer posibles los cambios radicales. Tenemos que, como nos invita el Señor Sotelo, dejar de ser ingénuos, y, con lo que tenemos, exigir, formándonos como grupos de vigilencia y de presión, como un colectivo, el colectivo más legítimo que pueda haber, él de los ciudadanos, al cual tiene que obedecer el Estado democrático, para el bien de los cuales sólo tendría que actuar el Estado. Recuperaríamos así una parte de nuestro poder legítimo.

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Mediación y democracia técnica

De repente, las luces de Michel Callon y las de Antonio Lafuente me hicieron ver una posible solución para contribuir con hacer del espacio de Medialab Prado un espacio común.
A ver lo que os parece:
No identifico bien a los afectados que vienen a Medialab Prado, es decir no sé perfectamente a que necesidades contesta Medialab Prado. Sé por lo menos que aquí se intenta pensar el mundo de otra forma. Los afectados de Medialab Prado, supongo, son gente que quieren pensar el mundo de otra forma. No nos hace falta ni definir más Medialab Prado ni identificar precisamente a los afectados de Medialab Prado, porque es al estar juntos en este espacio que se pueden constituir como colectivo y que puede emergir una identidad colectiva y temporal de afectados, que cambiará necesariamente según las actividades de Medialab Prado y el tema del diálogo. Por lo tanto, la definición del espacio y del discurso se adaptará al colectivo y a la actividad.
Me explico: al proyectar los términos de la democracia técnica en nuestro entorno, diríamos que como trabajadores somos los «expertos». El conocimiento es «la programación y las actividades», pero también todas las deciciones que tienen que ver con el funcionamiento del espacio: publicidad, compra de sillas… Como mediadores somos los agentes que pueden construir un espacio de producción colectivo del propio espacio y del discurso.
Y no lo queremos hacer sólo de forma tradicional, es decir integrando lo que nos dice la gente y recogiendo las anecdotas, los saberes académicos y las experiencias de los vecinos, sino creando una herramienta de participación.
Empezamos con lo que entendimos empiricamente: que había que hacer transparente los procesos de construcción del lado de los «expertos», que había que valorar la subjetividad como modo de conocimiento, pero a este momento sólo contemplabamos la nuestra, que había que permitir la participación, pero en el blog se queda desequilibrada e insuficiente, y que había que pensar proyectos que puedan dar una percepción del espacio verdaderamente colectiva. Pero esos proyectos complejos son de dudosa eficacia participativa. Hicimos estos pasos a lo largo de un poco más de un mes, hasta llegar al punto que llegamos ahora, y que me parece el buen punto de partida:
la organización física de herramientas de construcción de conocimientos, de medidas, de decisiones, de discursos…
¿Qué serán? Unos foros, como los «foros híbridos» mencionados por Michel Callon, regulares, semanales, con quién quiera, con quién se sienta concernido o afectado.
Como sólo soy mediadora, me permito tomar la responsabilidad de la creación de foros en torno a la mediación para que se construya colectivamente nuestro espacio.
Las declaraciones de principio, las justificaciones conceptuales, o los proyectos ambiciosos fracasados no son aceptables. A partir de ahora entonces, ya que hemos llegado a la respuesta buscada desde hace más de un mes, nos debemos comprometer en que vuestra participación exista realmente.
¿Podría esperar yo entonces, como yo y mediadora y a favor del procomún, a que mediante este blog, o mediante la palabra directa en el espacio de Medialab Prado, afectados o concernidos por la elaboración del espacio y del discurso de mediación y otros «expertos», me digan lo que podríamos hacer? ¿Cuando nos podríamos reunir? ¿Para dialogar?
Sin vosotros Medialab Prado no puede ser un espacio participativo.

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Democracias

Mañana, en Medialab Prado vamos a tener una tarde intensa dedicada a la Democracia, o más bien a las democracias.
A la hora de hablar de lo común, se hace inevitable hablar de la democracia, por ser supuestamente nuestro poder como pueblo y nuestro régimen, parece. Hemos hablado a lo largo de esos encuentros que sea del laboratorio del Procomún o del ciclo “El Procomún o las nuevas miradas a lo común” del Estado, de esta entidad que asumimos entre nosotros, gente viviendo en España reunido en Medialab Prado, como democrática. Lo consideramos a menudo como un ente negativo, un ente superfluo, oculto, corrupto, inadecuado, o a volver a definir, pero todavía no se dijo que papel se le quería dar. Lo que es cierto es que la pérdida de confianza en el Estado, por ser aquí, (España), llamado “democrático”, ha provocado una pérdida de confianza en el sistema político es decir la democracia. No vamos a entrar en sabias distinciones entre el régimen y el ente, y si el ente ha pervertido el régimen o al revés, como se suele hacer entre Stalin y Lenin para justificar el fracaso en URSS del comunismo.
La desconfianza y la inadecuación, entre la manera como nos considera el Estado, es decir como ciudadanos desencarnados, olvidados, ignorados, desdeñados, manipulados y engañados, y la manera como las evoluciones de la sociedad actual nos ha individualizado, llevan al cuestionamiento de la democracia como sistema verdaderamente bueno, o más bien, nos conduce a saber si este régimen en cual vivimos es verdaderamente una democracia. Invocar su universalidad es obviamente un pretexto absurdo de quién quiere justamente proteger el statu quo. La forma actual de régimen político que aproximativamente tenemos en occidente no tiene por que ser ni universal ni perfecta, y la prueba está en la desconfianza, en el alejamiento de las poblaciones de los procesos delegativos, y en los varios síntomas que los medias y los partidos políticos, que sean los poder o los de la oposición, estigmatizan como siendo las consecuencias del fin de los valores…
Pero la desconfianza viene del descubrimiento de que el Estado, y bien puede encarnarse actualmente en una parte específica del mundo en una democracia, actúa a favor de un grupo reducido de personas e intereses, y en absoluto a favor de los que constituyeron el pueblo, y que constituyen actualmente una agregación de individuos poco caracterizada fuera de ser considerados como consumidores.
Mañana parece entonces que se trata de cuestionar la democracia, y de pensar en otra democracia, en una democracia adaptada.
El título de la conferencia de Ignacio Sotelo y el comentario de su texto que se ha publicado en la página web de Medialab Prado es una manera de sugerir que no existe la democracia en si, y que la democracia ateniense directa, sin limitaciones a la libertad de los “ciudadanos” realidad de la cual estan excluídos esclavos y mujeres, es un tipo de democracia como lo es la democracia actual representativa donde el papel y el poder del ciudadano son muy reducidos y se encuentran además limitados por un aparato legislativo que no existía en la democracia ateniense. Ademas el autor pone en relieve que no existe relación entre los dos régimenes, que la democracia actual no es hija de la democracia ateniense. Lo que parece significar que la democracia ateniense fue una forma adecuada, hasta que se caiga, a la sociedad de la época ateniense, cuando la que tenemos, representativa y regulada con sufragio universal correspondió a otro tiempo y otra sociedad.
Pero ya no a nuestro tiempo ni a nuestra sociedad.
No vamos a describir la situación: la velocidad, los cambios, las tecnologías, un sistema capitalista avanzado, el aumento del control de las poblaciones, el desarrollo de un discurso del miedo, el crecimiento de la pobreza mundial, las guerras, las posibles enfermedades…
Pero el caso es que no veo, y claro que no soy la única, porque el régimen político, al igual que otros elementos fundamentales considerados siempre como intocables, la Escuela, el Arte…, deben quedarse como en el siglo XIX!
Y entre otras propuestas de nueva democracia, existe la posibilidad de una democracia participativa no exclusiva, es decir que se puede convivir con otros tipos de democracias. Está constituida por procesos de aprendizaje y producción de conocimiento colectivo que realmente hacen participar a la gente. ¿Pero quien es esa gente? ¿Son ciudadanos? ¿Son individuos? ¿Son usuarios? Son afectados.
Es decir que son individuos que se agregan a otros por ser afectados. La palabra “afectado” puede también estar entendida como “concernido”. Al asociarse y al integrarse en el proceso de producción del saber a través del diálogo, -lo que la vuelve más cercana a la democracia ateniense que a la democracia actual con el uso de la conversación en el ágora para elaborar la decisión política, ver Aux origines de la pensée grecque de Michel Vernant- esas individualidades se identifican como colectivo, durante el tiempo de la producción y de la toma de decisión… La identidad del afectado es temporal, y las identidades que constituyen a una persona pueden ser en la democracia participativa múltiples y cambiantes. La construcción del saber ya no está dejada a un grupo de expertos, a investigadores cortados de la sociedad y a menudo apoyados y apoyando al sistema actual, sino que dentro de un proceso inventado, no de consultación sino de participación, todos contribuyen a la producción del conocimiento. La invención de esta democracia técnica viene de la desconfianza que apuntamos, y de la imposibilidad de gestionar las incertidumbres fundamentales con la teoría de la “sociedad de riesgo”, que permite justificar en su conjunto la falta de ética, la debilidad de la ciencia, la corrupción e la inacción. Al contrario, se deben gestionar a partir del principio de precaución, que permite medir las decisiones, prever y restablecer la confianza social en lo científico y lo político. La separación entre ciencia y sociedad se debe superar gracias a formas de participación que permitan la construcción de conocimientos colectivos, entre científicos y afectados, cuyo conocimiento empírico es real y sus análisis muy finas, por ser vividas, y así se recupera la subjetividad como herramienta de conocimiento.
Estas soluciones, la de los “foros híbridos” de Michel Callon, son soluciones paliativas a las insuficiencias y engaños de la democracia actual, o por lo menos del Estado en general. Lo que significa dos cosas fundamentales: ¿Serán medidas temporales que permitirán acabar con la corrupción del aparato del Estado actual, pero que entonces no condenan en sí el modelo político actual? ¿Por lo tanto, una vez el estado de confianza restablecido que serán de esas medidas? ¿Se buscaria una forma política más permanente?
Y la segunda pregunta aún más importante es: ¿A quién se debe dar el poder en esta democracia participativa? ¿Cuales son los órganos que deben asegurar el funcionamiento de esta democracia?
Tenemos claro que resulta totalmente imposible dejar el poder a la figura política del Estado, y aún más a las personas físicas que lo constituyen. Hay que generar entonces una organización horizontal donde cada uno se turne y asume una función para la colectividad, donde procesos de producción de saber, de aprendizaje y de decisión hacen participar las individualidades según una de sus varias identidades que corresponden a las afecciones que “padece”. ¿Realmente este sistema puede convivir con el sistema actual de democrac
ia representativa?
Es volver a la pregunta, ¿Realmente el sistema de procomún puede convivir con el sistema propietario?

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Un texto de preparación

El próximo jueves 25 de octubre, se reune el Laboratorio del Procomún a las 17 horas, y va a tratar del tema de la democracia técnica. Antonio Lafuente ha escrito un texto sobre el tema, que se puede leer en la página web de Medialab Prado y Emanuel Rodríguez lo comentará.
Yo como nunca había escuchado hablar de este tema me puse, como ya sabeis que es mi trabajo, a investigar sobre esta expresión. Viene de Francia. Entonces tuve facilmente acceso a los pocos textos que se escribieron sobre el tema. En realidad existe un libro, Actuar en un mundo incierto, ensayo sobre la democracia técnica, escrito por tres investigadores Michel Callon, Pierre Lascoumes, Yanick Barthe, del 2001, que inventa esta noción me parece. Y conseguí en internet, en una página web ecologista francesa nombrada EGEP, un texto resumen, aunque de 11 páginas, de este libro. Como está en francés, lo intenté traducir. Habrá muchos errores, y es bastante largo, pero creo que es interesante.
A continuación entonces, el texto:

Para una democracia coginitiva
Fuente: http://perso.orange.fr/marxiens/egep/pub/nouvelle.htm

Actuar en un mundo incierto, ensayo sobre la democracia técnica, Seuil, 2001
Michel Callon, Pierre Lascoumes, Yanick Barthe
A coger el término en el rigor de su acepción,
no ha existido nunca ninguna verdadera democracia, y jamás existirá.

Rousseau

Para una democracia cognitiva
Fuente: http://perso.orange.fr/marxiens/egep/pub/nouvelle.htm

Actuar en un mundo incierto, ensayo sobre la democracia técnica, Seuil, 2001
Michel Callon, Pierre Lascoumes, Yanick Barthe
A coger el término en el rigor de su acepción,
no ha existido nunca ninguna verdadera democracia, y jamás existirá.
Rousseau

Este libro es un libro decisivo para pensar lo que los autores llaman una « democracia dialógica », y que prefiero llamar una democracia cognitiva. Para ellos, la revolución ya está hecha y los nuevos procedimientos ya están instituidos desde hace 30 años, lo que llaman los « foros híbridos » donde se construyen saberes e identidades a partir de la insuficiencia de la democracia delegatoria y de la « ciencia confinada ». Mientras esta insuficiencia del político está cada vez más inaguantable, se puede aquí encontrar las vías de una verdadera superación hacia una democracia cognitiva imprescindible para contestar a los desafíos ecológicos y que los ecologistas deberían aplicar entre ellos, aprender a gobernarse antes de querer gobernar a los demás. Hace falta reconocer los defectos manifiestos del sistema para adoptar los procedimientos más adecuados a la complejidad de las preguntas.
La pregunta de una democratización de la democracia está tomada por su lado más difícil, él de la participación de los ciudadanos al debate técnico que puede aparecer como el punto débil de la construcción democrática cognitiva, cuando, en realidad, es precisamente donde, para contestar a las incertidumbres de la ciencia y a la exigencia de una acción medida participativa, se han inventado procedimientos « híbridos » para devolver la palabra a los que no la tienen que sea en una « democracia directa » o delegativa. Se nota entonces la relación entre saber e identidad (desde los astrónomas amateurs hasta los enfermos del HIV). La construcción del tipo de saber no se puede separar de la identidad social emergente. Eso es muy importante y determina una democracia de las minoridades como lo veremos, ya que a partir de este momento la pregunta primordial es saber a quién se dirige.
Despúes del constructivismo social, el constructivismo económico, estamos entonces en el constructivismo político donde el saber de la ciencia no está siempre desinteresado, ni los ciudadanos son unos simples llevadores de intereses categoriales, pero donde la construcción de las preguntas implica una identificación de los actores, y su participación a un intercambio continuo. Es un proceso de aprendizaje recíproco, de traducciones entre saberes colectivos, de tomas en consideración de las singularidades más que su agregación en masa. Es lo que los autores llaman la búsqueda de un mundo común, donde no hay individuos de un lado y la voluntad general del otro, sino una composición de particularidades, especie de auto-organización.
Más está acabada, aceptada, estabilizada la democracia delegativa, más tiene tendencia en acentuar la profesionalización, la separación entre representantes y representados. Asimismo la ciencia está separada del público por un corte epistemológico, un monopolio del saber. Entonces tenemos un doble monopolio que se instala, el del poder político y el del saber científico. Es porque esta separación no se puede mantener que está superada por los « foros híbridos » (sangre contaminada) cuyo papel es de romper esta separación, de superar las asimetrías de información donde fracasan democracia representativa y democracia de mercado.
Como constructivistas consecuentes, los autores hacen notar que no se puede decir que la democracia delegativa quita la palabra a los ciudadanos que no tienen una palabra preconcebida. El representado no sabe siempre lo que quiere. La democracia representativa produce entonces una palabra pública que no estaba dada en el principio. Sin porta voz (porte-parole), no hay voz (pas de prise de parole), a través de su victoria misma, la democracia exige una superación para que no sea siempre los mismos que monopolicen la palabra.
Vemos la diferencia con la posición liberal que considera la libertad como dada, ya que, en frente de la falta (o ausencia) de libertad, sus partidarios querrán reducir las reglas, en provecho siempre de los más fuertes, cuando los constructivistas consideran que el ciudadano de a pie no puede expresarse sólo, que no tiene acceso al saber científico y que hay que remediar activamente al corte (como Alain Ehrenberg enseña que la autonomía individual necesita un apoyo institucional). Todo el mundo no está capaz espontáneamente de una « subida a lo universal » y se trata efectivamente de dar a todos los medios de acceder a lo universal. Es la justificación de los foros híbridos, que apuntan las insuficiencias de la democracia de la mayoría, y son, de hecho, casi siempre, el desenlace de conflictos, a menudo violentos, que se oponen a la delegación de la ciencia y del poder.
Los sondeos o los referéndum (muy criticados p214-215) que completan la democracia mayoritaria sólo acentúan la separación, que parecen negar, procediendo sólo a la agregación de individuos aislados sin interacciones, igual que el mercado, sin dialogo, abierto a todos los tipos de manipulaciones. Su uso es a menudo irracional y peligroso. Sirven sobre todo para desacreditar a los oponentes minoritarios. Sin embargo, no sólo hace falta pasar a una democracia de las minoridades que otra vez yuxtapone masas inertes cuando se trata de obtener gracias al diálogo una composición viva en lugar de una simple agregación, una producción de conocimiento, la unidad entre las preguntas y la composición del colectivo (vecinos, enfermos, etc), y la construcción de un mundo común. En lugar de reducirlo a la unidad del « pueblo », es, al contrario, por su división interna que el colectivo logra a componer con el mundo exterior según una dialéctica muy hegeliana.
Esta búsqueda de un mundo común tiene dos caras: la investigación de mundos posibles, la producción de saber (objeto, ciencia) y la composición del colectivo, su identidad emergente (sujeto, político) que expresa la particularidad social en frente de lo universal abstracto. A menudo, los resultados de un tal proceso son inesperados pero desembocan en un mundo común compatible con la investigación objetiva y las identidades subjetivas. Para determinar la forma más adaptada, hay que contar, de un lado, con la intensidad de la cuestión y su dimensión colectiva, y por otro lado, del grado de apertura del colectivo y de su « calidad » humana.
Como proceso emergente, la incertidumbre aquí es primera, tanto en lo que concierne el conocimiento científico en juego como la composición del colectivo que se forma poco a poco. Se trata entonces de una construcción de identidad colectiva a partir de un problema concreto, identidad temporal que se construye en la acción al mismo tiempo que la construcción de un saber específico que exige a menudo la adquisición de competencias socialmente escasas (miopatas). La identidad colectiva pasa por diferentes estados: primero la simple agregación de las personas afectadas, la identificación progresiva de los grupos de actores, y el reconocimiento de la diversidad y de las divisiones internas para llegar a una imprescindible apertura y un consenso aceptable (ganador-ganador) que no se reduce a los derechos de las comunidades o a la confrontación de intereses sino desemboca sobre la construcción de un mundo común. La incertidumbre del principio está identificada al final pero puede estar cuestionada a cualquier momento y esta construcción del diálogo, des los consensos, de las composiciones de las singularidades no tiene nada que ver con la unidad de un « pueblo ».
Para reducir la asimetría de la información, se necesita a traductores, mediadores, negociadores, animadores. Hay que combinar sorteo, formación, confrontación de expertos y grupos de presión. Las condiciones del éxito son difíciles de reunir pero para no caer en la mera mascarada y mistificación, hay que integrar el coste del acceso igual al procedimiento así como la transparencia de los debates, su trazabilidad, su grabación y su visibilidad. No debe haber palabras perdidas. Por último, se deben conocer las reglas del juego de antemano y respetadas.
Las diferentes formas híbridas de democracia, de tratamiento de la asimetría de la información van, desde los sondeos y los « Focus Groupes » o los paneles de ciudadanos, alrededor de 6 de personas sobre el mismo modelo que las de consumidores (que no se deben olvidar pero que minimizan el intercambio) hasta las Conferencias de Consenso (en Francia Conferencias de ciudadanos) pasando por las Encuestas públicas, las comisiones locales de información (CLI) y los comités de Sabios o comités de ética. Cada uno de esos procedimientos tiene sus ventajas y sus límites en un campo donde hay que combinar los acercamientos, « hibridarlos ». Los comités de Sabios por ejemplo producen por ejemplo diálogos de calidad, una visibilidad de la valoración, y permiten una continuidad de los debates pero favorecen el consenso, si no el conformismo, acogiendo difícilmente a los grupos emergentes y las ideas nuevas. Pero las conferencias de consenso están lejos de realizar una solución completa y transportable en cualquier caso.
Las conferencias de consenso se inventaron en Dinamarka para tratar problemas de actualidad con fuerte parte técnica, que necesitan una valoración aunque no sea suficiente y deje demasiadas incertidumbres. Es un intento de reducir la incertidumbre de la valoración por el llamamiento al público, que no se puede hacer por voto sobre preguntas tan complejas. Esas conferencias son la primera manifestación del principio de precaución, principio venido de conferencias alemanes. Por lo tanto existen, sobre los OGM por ejemplo, una combinación de un comité de pilotaje (7 universidades), una prueba de 15 ciudadanos sorteados sobre una « prueba representativa » por lo menos de la diversidad social. Una formación se da a esos ciudadanos, de forma privada primero, y después en conferencias públicas con las diferentes partes, expertos y grupos de presión. Al final del proceso, que dura de 5 meses a 1 año, según la complejidad de la cuestión, una opinión de 4 a 6 páginas motivada se redacta con « la verdadera emoción de la honestidad compartida ».
Por supuesto, no hay que ignorar todas las trampas, la instrumentalización de una democracia participativa de fachada. La democracia nunca está adquirida, no se hace sin nosotros y está siempre por volver a hacer, pero la complejificación de una sociedad hipertécnica impone dotarse a partir de ahora de los procedimientos de una democracia cognitiva a la altura de las apuestas de nuestro tiempo. Un foro no puede constituir un objetivo en si sin reducirse a una parodia de democracia. Se puede usar esos procedimientos para gestionar la admisibilidad social de las nuevas tecnologías. Debe haber, al contrario, una verdadera finalidad cognitiva de aprendizaje recíproco que debe desembocar sobre decisiones políticas y una estructuración de actores. Más fuertes son las incertidumbres de principio, más el proceso es largo y lento.
Fuera de los riesgos de instrumentalización, esas conferencias no son satisfactorias porque no cuestionan verdaderamente la doble separación de la ciencia y de la delegación política. La principal crítica que se puede hacer, como a las formas de proceso público que pueden tener su utilidad, es la de empezar con las técnicas de sondeo y quedarse al nivel del ciudadano abstracto. Esas conferencias impiden la constitución de identidades emergentes y, porque constituyen una intervención personal, impiden más que facilitan el dialogo organizado. Es una mejora de la delegación y no la supresión del corte entre representantes y representados. Este procedimiento produce poco conocimientos nuevos.
Más allá de esos foros híbridos inventados frente a los desafíos de la « democracia técnica » lo que está en juego, es construir una verdadera democracia cognitiva, democratizar la democracia en el nombre del principio de precaución, fuera de la lógica mayoritaria del pueblo, igual de bien que una libertad sin límite o que una democracia de las minoridades. Más que un voto o la confrontación de los intereses, es la lógica del diálogo que debe primar, la de la mediación, de la apertura, de una negación de la separación, que es la definición misma de la ecología. La relación de los foros híbridos y del principio de precaución enseña la dimensión ecologista y cognitiva de una democracia participativa muy lejana de la democracia competitiva y de la unidad de la República! Sobre esta base, los autores insisten sobre la unidad en construcción de un saber y de un identidad colectiva, que no están dados y que se quedan siempre temporales y sobre todo particulares. Sólo realizando esta unidad en acto se realiza la democracia.

La incertidumbre del tema es igual de grande que la incertidumbre del saber pero se debe resolver como proceso en la continuidad, un dialogo permanente (para la ciencia entre investigación confinada y investigación al aire libre: intervención sobre el objeto de la investigación, sobre el seguimiento de la investigación, sobre el resultado y sobre la explotación). Además de un seguimiento, hace falta un objetivo cognitivo de aprendizaje recíproco que desemboca sobre medidas políticas. Más se pueden afirmar las identidades emergentes en frente de una cuestión, más producen conocimientos, y permiten la fabricación de un mundo posible, y no sólo ocupan un espacio de diálogo. La eficiencia de un procedimiento depende entonces de su integración en el proceso de decisión política, y su peor obstáculo es el debate abierto sin consecuencias. Debe entonces haber una combinación de tres elementos: 1) asociaciones que permiten identificación y continuidad 2) implicación del Estado para tomar las medidas discutidas, y también 3) los medias para dar al debate un verdadero carácter público.
Esos procedimientos dialógicos que se vuelven imprescindibles en situación de incertidumbre se oponen totalmente a la « sociedad del riesgo » de Ulrich Beck como el principio de precaución se opone al escepticismo. Para esas sociologías del riesgo, no puede haber superación de la doble delegación y de la asimetría de la información. La desconfianza recíproca sólo se puede acentuar y los intereses combatirse en una negociación de los riesgos cuya distribución lleva a sus extremos el individualismo y la separación. Esta versión extremista del individualismo metodológico deja la composición de los intereses, el diálogo, la cooperación, la construcción de un mundo común, y sobre todo confunde riesgos que se pueden calcular con incertidumbres que no se pueden negociar y nos reúnen todos en la misma ignorancia.
El inmenso interés a partir de los foros híbridos está en esta incertidumbre del principio, de una situación donde nada está ya jugado. A partir de este momento, la democracia técnica ya no puede tomar la forma de una burocracia de expertos porque exige una democracia cognitiva que llama los recursos de cada uno para enfrentarse a una ignorancia compartida y construir un mundo común. La dimensión cognitiva añadida no concierne las leyes universales sino su traducción particular en formas contingentes y sus múltiples dimensiones, por lo que cada uno es reemplazable. La democracia cognitiva no consiste en absoluto en la aplicación imposible de un saber acabado sobre ciudadanos ignorantes, pero al contrario es un proceso de producción de saber (en lugar de la democracia delegativa que produce competición y competencias) Como decían las consignas de los círculos de calidad japonés: « el reconocimiento está antes del conocimiento ».
La pregunta no es entonces la de los expertos, de las competencias disponibles, sino la de la producción de conocimiento que consiste en pasar de un punto de vista general y abstracto a un punto de vista de personas concernidas/afectadas. Se puede decir que se trata de unificar valores y hechos, sujetos y objetos, identidad y saber. Así no son especialistas del calentamiento del planeta que deben imponer la tasa de la gasolina, sino que haría falta más bien establecer un diálogo con los transportistas para decidir las medidas más adaptadas. Esa forma de democracia dialógica permite de superar la separación entre pueblo constituyente y pueblo constituido, al precio de identidades temporales y cambiantes, construidas caso por caso y que ya no dejan ninguna contundencia al pueblo o a la voluntad general de una mayoría cualquiera. No hay nada aquí que lamentar.
Se trata efectivamente de un cambio de paradigma en relación con la democracia liberal que afecta también el mercado, sus asimetrías de información y sobre todo sus externalidades que hacen indispensable la implicación de las poblaciones afectadas para estar tomada en cuenta por el mercado. La pregunta ha dejado de ser la de saber si estamos en pro o en contra del mercado pero como organizar el mercado porque el mercado sobre todo tiene miedo a las incertidumbres.
Los foros híbridos, cuando cristalizan identidades emergentes (seropositivos, miópatas, vecinos) no pretenden, al contrario de Arendt, Habermas, Rawls, a la imparcialidad desinteresada del sujeto universal y separado de su vida privada, sino hacen reconocer la contingencia de su posición y de sus propios particularidades vitales. Todo conocimiento viene de un cuerpo en pena (Canguilhem). Es a partir de sus propias particularidades que cada uno participa a la búsqueda de un mundo común pero no en una mera yuxtaposición con los otros.
Esta producción de conocimiento no es natural sino difícil y conflictiva. (sangre contaminada). Necesita procedimientos e instituciones que construye a medida y que puede ser visto como un proceso de complejificación. Esos procedimientos para alcanzar su objetivo cognitivo deben ser eficaces y equitativos. Hay que poder pesar en las decisiones, actuar y no sólo estar representado sino que hace falta procedimientos equitativos que den decisiones equitativas.
La eficiencia dialógica exige también una interacción permanente en situación de incertidumbre donde todo puede cambiar. Al extremo de las decisiones marcadas por una mayoría o por especialistas, necesitamos una acción medida, prudente, concertada, que no sea ni inacción, ni temporización, sino proceso activo y abierto, contingente y modificable.
Una larga discusión del principio de precaución realiza la coherencia ecológica de esta democracia cognitiva en gestación. La precaución primero se debe distinguir del riesgo que se puede calcular. La precaución está antes de la prevención y no es abstención aunque a menudo exige la suspensión de una ejecución. No es ni el peor escenario, ni el riesgo cero que confunde obligación de medios y resultados, riesgo y falta. Ni negación, ni pánico sino necesidad de tomar medidas (temporales) y de medir los desbordamientos. Podemos ver que en el corazón de la ecología como de la democracia cognitiva se plantea la pregunta de los límites de nuestro saber, de una incertidumbre que nos moviliza colectivamente. Podemos contestar por una diálogo público que siempre se debe rehacer o dejar hacer el mercado en nombre del escepticismo liberal. La incertidumbre puede empujarnos al inmovilismo o al salto al desconocido cuando el principio de precaución toma esta incertidumbre en serio, como objeto de investigación y de diálogo público con una obligación de resultado vital.
Tenemos entonces un conjunto de hipótesis que contradicen la ideología liberal escéptica que ignora las particularidades y las interacciones humanas en una agregación puramente cuantitativa. Así la hipótesis de una libertad absoluta de la voluntad popular desaparece con la idea del pueblo y el declive del voto mayoritario a favor de una autonomía concreta de las poblaciones, aboliendo la heteronomía del poder por la construcción de un sujeto y de una identidad colectiva. Si se abandona el escepticismo a favor del principio de precaución, se puede admitir que no se sabe lo que hay que hacer pero por lo menos sabemos que las posibilidades son limitadas. Siempre existen límites que no hay que superar, límites que no son dadas y no sólo pueden sencillamente ser sometidas al voto sino deben ser discutidas colectivamente. Haria falta así para cada pregunta que implica a ciertas categorías de poblaciones les constituya en colectivo lo que les permitiría construir su identidad en la búsqueda de un mundo común que reconozca su particularidad en un proceso de diálogo entre las partes que parezca a una « democracia por proyecto ». Ya no es el voto que legitima las medidas tomadas sino el consenso, la voluntad de vivir juntos, la aceptabilidad social, y por ultimo la pertinencia. Estamos lejos de este poder heterónomo de la democracia que denunciaba Tocqueville: ¡Qué me importa que el yugo que me hacen llevar, decía más o menos, venga del Rey o de la República! No es así con un poder a la escucha de los ciudadanos afectados, cuyo poder, sus obligaciones, sus limitaciones, no se fundan sobre las relaciones de fuerzas políticas globales sino sobre el acuerdo de los primeros afectados, verdadera auto-nomía. Ya no se enfoca sobre la representación de las minoridades, de la proporcional, ni incluso de estar bien representado, ni de vencer al adversario y de ganar la hegemonía! Sólo hay minorías, identidades múltiples y cambiantes según las circunstancias. Lo importante es encontrar las buenas soluciones diferenciadas en este mundo complejo y eso sólo se puede hacer con la gente afectada, construyendo su autonomía por procedimientos cognitivos adaptados. Desafortunadamente, es muy caro. No se puede hacer todo el rato, y hay que optimizar los procedimientos en la práctica.
Es difícil hacer aparecer la fuerte coherencia que viene de este acercamiento y que refuerza la afirmación de un paradigma ecológico muy alejado del paradigma liberal. El libro mismo no está sin problemas, pero su alcance es muy grande para la redefinición que da de una democracia de las minoridades por ejemplo y el cuestionamiento del voto a favor de un proceso de elaboración colectivo. Los partidos políticos deberían inspirarse de este libro. No se trata de suprimir la democracia delegativa sino de doblarla con procedimientos participativos particularizantes que permitan una acción medida en lugar de la violencia de una poder separado, heterónomo. Igualmente, no se trata de negar la ciencia y su acceso difícil, sino el monopolio del saber. La posición constructivista, la unidad de un conocimiento con el colectivo que lo produce y su identificación son necesarios a esta reapropriación del saber y a la democratización de la democracia para no dejar de negar la separación, y la construcción de una identidad provisional. El libro acaba así: « Lo que constituye nuestra humanidad común debe en permanencia estar probado y colectivamente debatido ».