La propiedad intelectual. Con el cambio climático, debe ser el tema más importante y mediatizado en la actualidad. Y si parece que solo existe una disonancia residual en torno a la realidad del cambio climático, apenás existe a su vez unas voces para denunciar la construcción engañosa de un discurso único, el de «los fuertes» – expresión de Angélica Liddell en su ultimo trabajo Perro muerto en tintoreria: los fuertes-, que criminaliza a todos los débiles, esos débiles que de repente, en este asunto, representamos todos.
El debate en torno a la propiedad intelectual es central por varias razones: porque toca directamente a la relación entre ciudadanos y Estado, al estado democrático, al bien común, a la adecuación entonces muy cuestionable de nuestras democracias con nuestro bien. Este debate enseña como los fuertes, es decir el mundo político asociado con el mundo económico, estan elaborando un discurso engañoso y totalitario para conservar su dominación. No hace falta resaltar los abusos, y engaños discursivos que pisan nuestros derechos, sino establecer como anacrónico el derecho de propiedad intelectual por la aparición de las nuevas tecnologías, y apreciar las reacciones extremas de esos fuertes para defenderlo, que corresponden a los esfuerzos exagerados de los agonizantes, o para asociarlo a fenómenos históricos, a la radicalización sistematica cuando viene la amenaza o a la folclorización que siempre anuncia la muerte de una forma de expresión.
En resumen, por una vez la sociedad está más adelantada que la economía, y somos nosotros que pedimos que se adapte a su tiempo.
Adaptarse a su tiempo, es reconocer que las nuevas tecnologías han modificado el acceso a la información, que hace falta ahora hablar de acceso y ya no de propiedad en el campo de la cultura, (si en algún momento se ha podido justificar el término «propiedad» en cultura), como lo propone Zizek aplicándolo al conjunto de las actividades económicas, sin que tenga un valor más moral, sino como fundamento económico nuevo. El acceso no es mejor que la propiedad, el acceso no es anticapitalista, sino que modifica la percepción de las cosas, la percepción del orden social y económico y propone nuevos modelos de formación y de construcción social. Sin embargo, el acceso no tiene porque proporcionar naturalmente una sociedad horizontal, sin jerarquia y más libre, sino originar un nuevo orden donde las relaciones de poder se van a modificar, donde los valores tradicionales del capitalismo cambian, pero sin cuestionar el capitalismo, sino asentándolo más, como única forma positiva de organización.
Creo que la propuesta de protección radical que viene del mundo tradicional de la cultura no es sostenible, y entre otras razones porque las empresas de tipo Goolge, cuyo desarrollo resfuerza el capitalismo cognitivo, entre otras cosas por el pasaje de la propiedad al acceso, estan ya proponiendo soluciones abiertas donde la propiedad intelectual ya no vale. Creo entonces que sólo nos encontramos al final de un tipo de capitalismo, cuyo símbolo más paradigmático fue la propiedad intelectual. La otra razón es que existe también estados, o gobiernos que entienden la necesidad de permitir el acceso al conocimiento, y favorecen el desarrollo de plataformas de acceso abierto (biblioteca digitalizada de matemáticas, el CINDOC-CSIC, dialnet), o el uso de software libres en la administración y las escuelas como es el caso de Extremadura que usa Linux.
Cuestionar la propiedad intelectual, es también reconocer que el proceso creativo está cambiando por el uso de las nuevas tecnologias, que la figura de autoría se está debatiendo, y que la figura romántica del artista inspirado se ve progresivamente reemplazada por un imagen diluida entre varios laboriosos creadores responsables de una obra, cuyo carácter artístico deja de ser tan obvio, y cuya complejidad obliga un trabajo colaborativo. La imagen del artista se está desplazando del taller al laboratorio. Sin embargo, ¿será una coincidencia si precisamente el mercado del arte conoce sus records mas increíbles, y que los artistas visuales actuales alcanzan precios inéditos? ¿Vale el modelo difuso de autoría en las creaciones vinculadas con las nuevas tecnologias para exportar hacia los modelos tradicionales de creacion? Pero ¿esta nueva construcción protege a los creadores?
Entonces, ¿porqué cuestionar la propiedad intelectual? Porque no está adaptada.
Pero, no debemos sólo apostar por una cultura libre, creyendo que facilitará igualdad y libertad, sino que precisamente debemos definir las claves del debate, es decir hacer prueba de imaginación y proponer marcos y tipos de relaciones más allá de la muerte de la propiedad intelectual. ¿Qué queda al creador si su trabajo se vuelve sólo colaboración gratuita? ¿Qué queda al trabajador en general si su trabajo también se vuelve acto voluntario?
Por eso, tienen lugar esas 3 jornadas para reflexionar sobre la propiedad intelectual en el ámbito cultural entre México y Madrid, como un paseo rapido pero necesario en torno a puntos de referencias para empezar a pensar este futuro: las políticas culturales, las prácticas artsticas, y los retos legales, con la ayuda de especialistas.
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