La mesa redonda con la que ayer se cerró el 4º Encuentro de Inclusiva-Net, Prácticas del don y P2P, se centró en un debate acerca de las motivaciones que mueven a las personas a participar en una economía del don, es decir, aquella en la que los individuos no reciben una remuneración de tipo económico por su trabajo, y en si este tipo de práctica se puede dar en la red de forma estable y sistemática como alternativa a los modelos de negocios que actualmente la controlan, como estrategia colaborativa para crear una web más libre.
Con ello, el debate actual remite a un viejo tema: ¿Existe el altruismo? O mejor dicho, ¿se puede dar de manera pura, no contaminada por algún tipo de interés? En mi opinión, es una discusión sin demasiado interés, estéril. El hecho de que haya o no un interés no es en sí lo relevante, si no, que tipo de interés puede llegar a motivarnos lo suficiente (y con ello no me refiero a ciertos individuos aislados, si no a la sociedad de una manera mayoritaria) para que nos impliquemos en la defensa de nuestra propia libertad (entendida de forma amplia), en este caso a través del potencial que ofrecen a este respecto las tecnologías p2p dentro de la web.
En mi opinión es una cuestión de educación y de divulgación. Si la manera en que las grandes corporaciones, respaldadas por los Estados occidentales, ejercen su control sobre nosotros se basa en la desinformación, en la no percepción de sus formas de dominación, la alfabetización en este sentido puede ser un primer paso. A mi personalmente, los debates abiertos durante el encuentro, me parecen lo suficiente relevantes para hacernos replantear los principios en los que se basan nuestros hábitos de vida. El problema es que si bien la edición de Inclusiva ha estado, por supuesto, abierta a todo el mundo, es un tipo de encuentro de carácter más bien profesional.
Por ello, creo que sería muy positivo en esta dirección que se programasen cursos o alternativas similares que divulgaran, para empezar, las formas de dominio sutil que ejercen sobre los individuos los sistemas económico y político de las sociedades occidentales. Que, además, promovieran e hiciesen visibles formas de trabajo colaborativo y las ventajas que puedan suponer para todos, en contra de un sistema que enriquece a unos cuantos y esclaviza al resto.
Todo ello en el marco de una emergente cultura digital que nos puede ayudar mucho en este sentido, pero que hay que conocer previamente para poder hacer uso de las tecnologías que hace posibles y evitar que se vuelva en nuestra contra, es decir, que sea utilizada una vez más como forma más de control corporativo. Por ello, su divulgación masiva, en la que se intenta participar desde nuestro agujero de la calle Alameda, es tan fundamental actualmente como los anteriores puntos.
María
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