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Nuria Valverde: Procomunes Naturales

Continuamos rodando en esta nueva etapa del Laboratorio del Procomún, esta vez con una presentación que me ha llamado poderosamente la atención. Nuria Valverde nos propone una línea de investigación doblemente interesante: por cuanto se recupera un campo de análisis al que no habíamos prestado demasiada atención en estas sesiones -me estoy refiriendo a la inclusión en el procomún de elementos pertenecientes a eso que llamamos “medio ambiente”-; y por otra parte nos sitúa en la intersección entre análisis del discurso -semiótica discursiva, análisis de los dispositivos de enunciación, Mas Media-, deconstrucción -Derrida-, genealogía -ir al origen de las emergencias significantes-, arqueología -en un sentido puramente foucaultiano, es decir, de cómo el objeto de discurso emerge de las condiciones de enunciación-, con una visión más historiográfica de las transformaciones que se han ido produciendo a lo largo de los siglos -ella marca un punto clave en el XVI- que han hecho que elementos originalmente pertenecientes al procomún, hayan entrado en el ámbito de lo privatizable.

La intención de esta propuesta sería el rastreo de estas mutaciones, no sólo en lo que respecta al proceso de mercantilización de aquello que, por no ser objeto de posesión -por cuanto no permite definir un sujeto poseedor-, estaría desde siempre alejado de las prácticas económicas y su lógica de funcionamiento, sino también en lo que se refiere a las disposiciones enunciativas que han aparecido para legitimar estos procesos. En este sentido, resulta necesario desvelar arqueológicamente la implementación de una serie de dispositivos a tal fin, que se estarían perdiendo de vista en el horizonte de lo incuestionable y políticamente correcto, para dejar hacer en esa apropiación camuflada de los bienes comunes. La progresiva descontextualización -desterritorialización- en la que se ven inmersos tierra, trabajo y capital a partir del XVI, nos da la pista a seguir de un proceso circular que se da reiteradamente a lo largo de las distintas etapas de la historia.
Los elementos que nos propone Nuria analizar, para abordar desde lo particular la generalidad de un proceso histórico mercantilista, están vinculados al medio ambiente -entendido en sentido postromántico, claro-. Analizar la implantación de semillas de origen transgénico en las agriculturas locales, que aparentemente puede no tener que ver con lo público, con la relativa globalidad del procomún, puede desvelar la incidencia que determinadas prácticas agrícolas -normalmente ligadas a las grandes corporaciones, bajo el pretexto de una supuesta necesidad mundial alimentaria- está teniendo en un ecosistema dado -este sí, indudablemente de carácter procomún-. Estar atentos a la actual mercantilización de uno de los bienes de primera necesidad: el agua, nos permite observar cómo se está generando esa pseudo-legitimidad de una apropiación ilícita, o de una inclusión en los mercados y sus leyes -oferta y demanda- de un bien, otrora impensable.

Iremos viendo cómo evoluciona este proyecto. Dani

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El trabajo de los conceptos

En la ultima reunión del Laboratorio de Procomún el pasado miercoles 2 de abril se trató de pensar, a partir de un texto de Antonio Lafuente titulado «laboratorio sin muros», cómo podría evolucionar el seminario hacia una segunda etapa. Según entendí, el grupo está tratando de pasar de una estructura cerrada y poco formal de trabajo a una estructura más abierta pero con prácticas formalizadas. La nueva dinámica se plantea ahora como un laboratorio sin fronteras que pretende poner a prueba en diferentes ámbitos las reflexiones teóricas que se han hecho acerca de lo que pueda ser o no ser un procomún. Estos ámbitos tienen que ser ante todo comunidades de afectados y por ello se trata de hacerlas visibles a ellas y que, a su vez, las comunidades muestren cúales «objetos» o bienes pueden ser candidatos a ser denominados procomunes. Lo interesante de esta nueva etapa es que se pone a trabajar el concepto de procomún en la esfera pública. Este trabajo conlleva un efecto de doble via por el que el concepto modifica esa esfera y, a su vez, ésta lo modifica, y así debe de ser; pues sino, la noción operativa de procomún que se ha tratado de dilucidar, tomaría un sesgo ideológico como comentó alguno de los participantes.La estructura de «laboratorio abierto» que propone Antonio Lafuente adqiere su carácter formal al establecer un protocolo de procedimiento. Este se centra en crear un grupo o nucleo fuerte que jalone esta nueva etapa, un programa de trabajo y oferta pública de proyectos, para los cuales se seleccionaría o reclutaría colaboradores de las líneas de trabajos que esos mismos proyectos propongan. Conectar con otros colectivos y vincularse a otras organizaciones parecidas en aras de crear una red que potencie el contacto con las comunidades de afectados. Y finalmente, la estructura formal concreta sus resultados con la elaboración de «documentos constrastados».

En las próximas sesisiones de trabajo del Laboratorio del Procomún será interesante ver, en las diferentes propuestas de proyectos, cómo conciben cada uno de los proponentes de qué manera puede ser operativa la noción de procomún, en qué ámbitos y cúales podrían ser esas comunidades de afectados y, por su puesto, qué bienes o procomunes están en juego, ya que el espectro de posibilidades es bastante amplio. Pero precisamente de eso se trata, de poner a trabajar los conceptos. Alex.

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Jueves 21 Febrero: Última sesión del Laboratorio del Procomún en su Primera Etapa.

Este jueves se llevará a cabo la “clausura” oficial de la primera etapa del Laboratorio del Procomún. A las 19.00 en Medialab – Prado, Jesús Carillo y Jordi Claramonte serán los encargados de dinamizar la sesión, en la que hablarán sobre las nuevas “fábricas” de creación cultural. Tenéis los textos y comentarios aquí.
Pero además Antonio Lafuente ha escrito un texto que podéis encontrar en nuestra página web así como en su blog Tecnocidanos, titulado: “Laboratorio sin muros: inteligencia colectiva y comunidades de afectados”. En él realiza un interesante y crítico análisis de la evolución de esta actividad desde sus primeros días, allá por mayo de 2007. Creo que el texto pone sobre la mesa una serie de elementos muy destacables, principalmente el compromiso de asumir el laboratorio como un espacio social para la construcción de conocimiento de una manera colaborativa, donde se rompan las fronteras existentes entre interior y exterior del laboratorio, entre expertos y legos, generadas muchas veces por la forma en que son planteados otros formatos más convencionales como el seminario o el ciclo de conferencias. Advierte, en este sentido, de la necesidad de tener en cuenta como protagonistas de ese proceso a las comunidades de afectados o concernidos. Propone un cambio de dinámica, un paso necesario hacia una nueva etapa en que el laboratorio y sus participantes se impliquen en la generación y el fortalecimiento de redes sociales a través de las cuales movilizar y visualizar el procomún, así como en la la producción y difusión de materiales útiles para la materia, donde se vaya documentando el proceso.
Me parece un buen plateamiento al que querría añadir algunos otros puntos, – en realidad rescatar algunas otras propuestas, que en realidad han ido saliendo a lo largo de las distintas sesiones del laboratorio del procomún -, y que en mi opinión habría que tener en cuenta. Me preocupa sobre todo la necesidad de comprender la carga ideológica que, lo queramos o no, existe detrás de cada uno de los planteamientos, de las prácticas y los conceptos empleados. Para exhorcizar los posibles elementos tendenciosos, lo mejor es hacerlos explícitos, como recomienda Pierre Bourdieu. Pero veamos lo que quiero decir a través de ejemplos concretos:
La comunidad. Congregue un grupo de afectados o a los participantes del laboratorio del procomún, una comunidad no es más que un conjunto de diferentes decido a compartir un destino. No está por lo tanto exenta a lo interno de la existencia de relaciones de poder entre las partes, que resultan en tensiones y conflictos propios de una diversidad no negociada, y que únicamente pueden comenzar a resolverse a través del principio de reconocimiento. Precisamente son ciertos rituales donde únicamente se celebra la comunidad, aquellos que en ocasiones son utilizados para soterrar las diferencias. En ese sentido la existencia de protocolos previos puede tanto contribuir al rigor en la búsqueda de conocimiento como generar una problemática añadida, al establecer de diferencias entre iniciados y no iniciados. Debe haber método, pero la crítica al método y su reconfiguración consecuente debería ser entonces una constante vital y un derecho de todos los participantes.
Identidad ante alteridad. Una comunidad de afectados no existe al margen de otras colectividades en las que no se reconoce, que pueden ser tanto responsables de generar su problema (de formas más o menos sutiles o indirectas) como meros espectadores pasivos o indiferentes a los que sin embargo podrían sensibilizar y movilizar (sociedad civil). El mapa resultante es un contexto complejo, con estructuras de oportunidades políticas más o menos abiertas en función de la atención concedida por la clase política, en la que los distintos colectivos construyen sus sistemas de alianzas y oposiciones que influyen (posibilitando / limitando) cada uno de sus movimientos.
Pienso que las comunidades de afectados, los viejos y nuevos movimientos sociales (Enrique Laraña) ya están configurando el mundo en la actualidad con su mera acción y presencia, no necesitan tanto que su palabra les sea concedida sino más bien escuchada.
Mesas técnicas. Una posible propuesta para este panorama es sentar a los componentes del laboratorio y posibles comunidades de afectados en las mismas mesas, para trabajar sobre problemas concretos y sólo después teorizar sobre ellos. Apuesto más por el método inductivo y por el «aprender haciendo», por participar a través de la secuencia acción – reflexión – acción, por una experiencia de empatía etnográfica, que opina que sólo desde el análisis concreto de la realidad social podríamos con el tiempo realizar aproximaciones sucesivas a posibles teorías que nos ayuden a navegar por el mar de la incertidumbre.
De esa manera, se podrían cumplir los deseos de entroncar de forma comprometida desde la práctica investigativa con las redes sociales que sustentan, defienden y construyen en su cotidianeidad el procomún y los nuevos modos de gestionarlo.
Clara

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Manuel Delgado. Lo común y lo Colectivo

La cuestión del espacio público como espacio de diálogo desde la Modernidad, es la clave para entender las esperanzas, sospechas y nuevas mitologías construidas sobre los nuevos “lugares” sociales. La consabida funcionalidad consensualizadora que se le atribuye, la reunión de la discrepancia con el objetivo de lograr el reconocimiento de las partes del “mejor argumento” y la anulación consecuente de la confrontación en una armonía terrenal-celestial, no es nada alentadora. De eso parece que va este encuentro.Tönnies está en los albores de la Sociología como ciencia, allá por la gloriosa etapa de la revolución industrial y el despegue del modelo capitalista-financiero, con las transformaciones en el ámbito de las relaciones humanas que promovía. El abandono del modelo comunitario propio de los pequeños núcleos de población, fundamentado en lo inmediato y en un sistema deontológico de origen religioso (re-ligare re-legere), que liga a un colectivo humano determinado a un cierto modelo de producción y a la normativa que asegura su supervivencia, va a dar paso al nacimiento de un nuevo sistema de distribución relacional, una nueva lógica del acuerdo y del desacuerdo, y a la necesidad de dar a luz a nuevos formatos de articulación de este nuevo contexto. Se habla entonces de sociedades como se habla ya de Estados en toda su amplitud, un sistema de distribución del poder que mana del nuevo contexto des-articulado, des-ligado, des-unificado.

Manuel nos invita a pensar de nuevo ese rechazo reaccionario de lo social y la funesta nostalgia de lo originario, de las primeras relaciones comunitarias, fundamentadas en lo inmediato sentimental contra la lógica legislativa de las sociedades modernas. Pre-modernismo en una cierta -ligera- interpretación de lo post-moderno. Mordaz crítica de los intentos contemporáneos por retroceder hacia posiciones radicalmente reaccionarias, partiendo de una cierta deconstrucción de los mitos subyacentes -a qué remite lo común: exégesis de la comunidad, operando como Heidegger nos enseñó-, desestabilizando la ataraxia reinante en determinados círculos mesiánico-alternativos. La crítica al supuesto consenso habermasiano, a saber, aquel que brota espontáneamente del “mejor argumento” -en tanto que reconocido por la comunidad de “seres racionales”-, desde ese nefasto “republicanismo kantiano” que a mí, personalmente, tantos recuerdos me evoca del pasado -y presente- colonial europeos -ciertamente: el gringo es un apéndice del tumor ilustrado (vaya con el palabro)-, me emociona tanto, que a poco tiro la toalla y me perdono por no decir algunas cosas que también deben ser dichas.

Vamos allá porque -no todo en el monte es orégano- siempre habrá un pero -y también un quizás…-, máxime en unos encuentros que se quieren multidisciplinares, conflictivos, heterogéneos, anti-dogmáticos. Se me ocurre plantear alguna otra posible lectura del acontecimiento post-moderno (si, ya sé que, por insistente, es un término hoy vacío/repleto/desbordante de sentido) para ver si acaso fuera posible un porvenir sin mesianismos, si no conviene apostar por lo indeci(di)ble que nos acecha en el horizonte tecnológico, aunque sólo fuera porque lo otro -lo ya visto, las líneas de análisis ya trazadas unaymilveces- no alienta sino al suicidio -esto es un golpe bajo. Es decir, cabe la posibilidad de entender “la comunidad” en un sentido alternativo -y no me estoy refiriendo ni a la cresta y las tachuelas, ni al mercado Fuencarral-. ¿No es acaso el modelo Blanchot un ejemplo de Comunidad (inconfesable) ajena a la paz espiritual del consenso habermasiano? ¿No es cierto que por todas partes están surgiendo micro-comunidades que se alimentan del disenso, de la discrepancia, que crecen a partir de sus diferencias, que no comparten sino un objetivo claro de resistencia? En definitiva, ¿podemos hablar de “multitudes”, o de “masa” -en sentido Baudrillard- en el espacio público por excelencia? ¿Puede hoy día ser pensado un espacio público en el que se encuentre la alteridad, confrontada a sí misma, y puede entenderse ese paso en camino hacia un modelo democrático de gestión de lo colectivo?

Entender que un modelo político no trasciende, no debe extenderse, a la gestión cotidiana es entender que la política la hacen los políticos. Nadie habla de violar la esfera del oikos, pero ¿no es la política aquello que concierne a la polis, aquello que se gestiona en el ágora -espacio público de la cuna de la política occidental? (y esto va por las alusiones a Arendt. ¿Qué es la Política?) Porque quizás -ya dije que siempre hay un quizás- si analizamos el fenómeno del nuevo ágora, como espacio de diálogo -dia-logos: “contraposición de ideas, discursos, argumentos”-: la red de redes, las comunidades digitales que viven, se expresan, se in-forman en Internet, podríamos ver ahí esa múltiple percepción, esa diversidad de visiones, de lecturas, de puntos de vista, que nos permiten pensar en la diferencia y que a la vez nos invitan continuamente (nos exigen incluso) a alojar en ese espacio público global nuestra propia percepción sobre el objeto-acontecimiento. Desde luego, lo común entendido así, como el espacio de interacción e intercambio significante, de encuentro de lo diferente, puerto de llegada de lo otro que invita a alterizarse (devenir imperceptible), nada tiene que ver, creo yo, con el idealismo alemán -objetivo, subjetivo y absoluto-, nada tiene que ver con la reducción absoluta a la idea, ahí sí, el error Habermas. El espacio público no como lugar de reducción de la diferencia al Logos universal, sino como lugar de destrucción de la identidad, lugar donde alguien tira una piedra contra el espejo en el que nos estamos mirando, y que luego señala al suelo incitando a una reconstrucción cubista de “ese maldito yo”. ¿Ciudadanía?, ¡No!, MULTITUD (T. Negri & M. Hardt)

En su intervención durante la presentación de ese magnífico esfuerzo llevado a cabo por el Observatorio Metropolitano de Madrid, materializado en Madrid. La suma de Todos?, Manuel Delgado lanzaba una idea fundamental: la clave está en las prácticas (de subjetivación), “¿cómo es posible que hayan pasado. Porque han pasado, ¿no?”. Cierto, los mecanismos de enunciación en manos de aquellos que detentan el poder político -vs la política-, en la era del capitalismo cognitivo se vuelven determinantes: la enunciación es el producto; la subjetivación es el efecto del sistema de producción post-industrial. ¿Cómo nos la han colado? Por la escuadra y con elegancia, porque no hay plaza pública, porque sólo existe el púlpito y el auditorio, porque no estamos confiando en la capacidad de las comunidades adyacentes para el agenciamiento (agencement) colectivo. Hacerlo no conduce al paraíso, pero no hacerlo nos lleva a Auschwitz, y amigos: después de Auschwitz, no hay metafísica. Dani

Texto-conferencia de Manuel Delgado. Lo Común y lo Colectivo

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Hoy jueves Laboratorio del Procomún: Enmanuel Rodríguez con "Los comunes y la economía del conocimiento"


LOS JUEVES DE MEDIALAB PRADO vuelve a convocar de nuevo al Laboratorio del Procomún, hoy jueves 17 a las 19.00 horas en la sede de Medialab Prado, C/ Alamenda 15, Madrid.

En esta ocasión Joaquín Rodríguez de la revista Archipiélago, comentará el texto propuesto por Enmanuel Rodríguez de Traficantes de Sueños.

En él expone con precisión los desajustes y contradicciones de un modelo regulador de los derechos de autor que todavía no se ha adaptado a la era digital en que vivimos. Desmonta el discurso que identifica restricción de acceso a una obra con protección de la creación, así como los argumentos económicos: hoy en día y gracias a las NTICs los costes de la reproducción de información tienden a cero, así que las industrias culturales (quizás con la excepción del cine) no tienen por qué temer que no esté garantizado el retorno de la inversión inicial. Además, la venta de los derechos de autor no genera renta suficientes para el mantenimiento de éstos, que han comenzado a encontrar su sustento en otros modelos de negocio (conciertos, publicidad, otros).

Por último, la promoción de la cultura libre, sin restricciones para el acceso, copia, modificación y difusión, es la mejor garantía para asegurar la creación sin coartadas, el diálogo entre las obras y las nuevas formas de colaboración y cooperación con que se desarrollan los procesos artísticos.

 

Aquí está el texto completo.

 

El debate ya ha comenzado en la red!

 

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De la participación…

A veces creemos tener una idea sumamente original, cuando resulta que ya había unas cuantas miles de personas que habían pensado en ello mucho antes que nosotros. Hoy en día se abren nuevos caminos de participación gracias a conceptos como el Wiki. Qué mejor que un lugar donde poder compartir ideas, añadir nuevos conocimientos y aprender de los demás usuarios. ¿Podría ser esa escuela, aquella formada por y para todos, la que deberían tener en cuenta aquellos que se echan las manos a la cabeza cuando leen el famoso informe PISA?

 

En las jornadas WikiST, que se han celebrado en Medialab Prado los pasados días 18 y 19 de diciembre, se han tratado numerosos temas relacionados con la producción de nuevos estándares y, tal y como se dijo durante la primera jornada (de la que tenéis un amplio resumen en la anterior entrada de este blog), detrás de un estándar siempre hay un tipo de consenso. Para lograr ese consenso hace falta un abanico de ideas, ideas elaboradas por diferentes personas, personas que colaboran activamente en algo en lo que creen.

 

Hablaba de descubrir que alguien ya ha tenido esa idea que a uno le parecía tan original…Bien, ¿por qué cuesta tanto participar en algo que no hemos creado nosotros mismos? Sobre este tema también se ha hablado en las charlas del WikiST. En numerosas ocasiones se intenta desarrollar una idea de cero en vez de aprovechar/reutilizar los conocimientos ya generados sobre dicha idea. Con esto no digo nada nuevo, supongo que todos estaremos de acuerdo en que lo más interesante de un proyecto participativo es eso mismo: la participación. Pero también se habló, poniendo como ejemplo los blogs, de la “emoción del principiante”, alguien que abre su pequeño espacio en Internet con la ilusión de recibir visitas y comentarios pero que, poco a poco, va dejando de actualizarlo periódicamente porque no obtiene los resultados deseados. De hecho, como ayer comentaba Miquel Vidal, sólo quinientos de los varios cientos de miles usuarios registrados en Wikipedia participan activamente a diario en esta plataforma.

 

Hay algo con lo que no puedo estar más de acuerdo: aprender a manejarse (que no a manejar) con un software libre exige un esfuerzo extra, participar activamente en un espacio común requiere tiempo y, además, cualquier proceso de cambio exige, ante todo, paciencia y constancia. Como bien se dijo ayer, la producción del conocimiento actual depende en gran parte de la tecnología, por lo que debemos ser “cultos digitalmente”, es decir, saber leer/escribir/generar procesos de producción. No deberíamos, como dijeron los miembros de Platoniq, limitarnos a ser el último eslabón de la cadena de la cultura libre, sino formar parte de ella, intercambiar conocimiento y saber utilizar las herramientas adecuadas para ello, en definitiva, contagiarnos de la emoción que supone formar parte de un conocimiento libre y común.

 

Por tanto, lo importante de la nueva cultura digital no es ser el primer o último eslabón de la cadena de conocimiento, sino formar parte de ella. Participar.

 

Ana.