La actual sede del Medialab-Prado es el conjunto de dos naves industriales de inicios del siglo XX: Las Serrerías Belgas. Valioso ejemplo de un pasado fabril hoy prácticamente desaparecido que surgió al inicio del nuevo siglo y se desarrolló entre anhelos de florecimiento económico y sueños utópicos.
Edificios testigos de la primera industrialización madrileña, ubicados dentro de la propia ciudad y centrados en la extracción ecológica de madera de la Sierra de Madrid. Su ubicación y ciertos valores propios de la industrialización de finales del XIX -donde se mezclaban negocio, innovación e ideales utópicos de reforma de las sociedad-, se puede relacionar con los proyectos ilustrados que a la búsqueda del progreso y la excelencia del país desde el siglo XVIII, influyeron en la configuración urbana de esta parte de la ciudad: como la reforma del Salón del Prado, el Real Gabinete de Máquinas del Palacio del Buen Retiro o el Jardín Botánico.
Los belgas de la Sierra de Madrid.
Fundada en 1840, la Sociedad Belga de fincas se hizo con el solar del convento y antiguo Hospital de los Padres Agonizantes en la calle Atocha desde donde plantear la comercialización de la madera que explotaban en los montes de Rascafría. La desamortización de La Cartuja de El Paular, puso a la venta el bosque que desde la Edad Media surtía de madera a Madrid (curiosamente su molino fabrico en el siglo XVII el papel que usaba la cercana Imprenta Juan de la Cuesta actual Sociedad Cervantina, donde se imprimió la edición príncipe El Quijote).
Los belgas se hicieron con 2,050 ha. de la montaña madrileña y desde 1864 establecieron una moderna industria basada en la venta de madera para la construcción que explotaba el bosque de forma sostenible por medio de las entresacas de ejemplares de más edad y porte. Por entonces, la reconstrucción a base de viguetas de madera de la práctica totalidad de las viviendas de la ciudad antigua, además de la instalación cercana de las estaciones de Atocha y Mediodía resultó ser un muy acertado negocio que siguió con vida hasta los años setenta del siglo XX.
– Imágenes de los inicios del aserradero de El Paular (Rascafría).
– Familia Edmond Dubois (cofundadores de la Serrería).
– Henry Dubois (socio de la Serrería).
Hoy en día, la empresa Sociedad Belga de los Pinares del Paular continua abierta como aserradero en la población de Rascafría, llevando a cabo muchas de sus actividades de aprovechamiento del bosque de un modo tradicional, como el transporte en mulas, y preservando un ecosistema único donde anidan entre otras aves, águilas reales o se encuentra el tejo milenario más antiguo de la comunidad de Madrid. Además, los datos estiman que en la actualidad hay más árboles que cuando ellos se hicieron propietarios del monte.
Las naves de Alameda y Ceniceros
Entre los años 1924 y 1925, las serrerías se remodelan casi en su totalidad, con la construcción de dos naves, una dedicada a talleres y corte, y otra a almacén y secadero, sobre un proyecto del arquitecto Manuel Álvarez Naya. Dos naves levantadas en hormigón armado con la estructura a la vista, sujeta sobre pilares acartelados, al modo de otros edificios industriales del mismo periodo como el Matadero o la Imprenta Municipal, y dotados de grandes ventanas y espacios bien aireados para mejorar la seguridad contraincendios y las condiciones de trabajo.
– Imágenes de la construcción de la Nave de Alameda (1924).
En el exterior, el edificio se remata con una fachada historicista adornada con esgrafiados de diversas leyendas informativas, los cuales años después han sido reivindicados en un taller de producción colaborativa dirigido por el colectivo Manufactura Independente que dió lugar a las dos tipografías (Openfont) utilizadas en la actualidad por Medialab-Pado: Serrería Sobria y Serrería Extravagante.
A partir de los años cincuenta del siglo XX, los propietarios intentan llevar a cabo diversas operaciones especulativas ante las medidas de autarquía que impedían sacar capitales de España, como el proyecto de un aparcamiento (no realizado), que culminan con la construcción del Hotel Mercator en parte del solar de la calle Atocha, marcando el declive de la actividad de las naves industriales hasta su cierre en los años setenta.
– Antiguo Hotel Mercator (1954). (Demolido para la construcción del Hotel Paseo del Arte)
– Proyecto Hotel Paseo del Arte (2005)
Años más tarde, sobre el acuerdo de modificación del uso del solar para poder construir el nuevo hotel del Paseo del Arte en la calle Atocha, el Ayuntamiento de Madrid firma un convenio de compra de los edificios sin uso de Las Serrerías Belgas en las calles Alameda y Ceniceros. La rehabilitación de las naves se enmarcó dentro del programa Intermediae, que planteaba su uso futuro dentro del proyecto de arte contemporáneo en común con el Matadero.
La Cosa contra La Serrería
– Aspecto de la nave Talleres y máquinas de la Serrería Belga antes de la rehabilitación.
En el 2007 los jóvenes arquitectos María Langarita Sánchez y Víctor Navarro Ríos, ganaron el concurso para la “adecuación de la antigua serrería belga”, con una reforma que conjugaba conservar su estructura de hormigón armado y “la memoria del pasado se mantendrá como un punto y seguido… El carácter que el uso de la serrería dio al edificio, su maquinaria específica, todo será recubierto con una pátina de resinas que congelará en el tiempo lo que la serrería fue hasta esa fecha para poder reescribir encima lo que el edificio puede llegar a ser”. Este reforma conjugó la aparición de una nueva infraestructura denominada La Cosa a modo de distribuidor entre las diversas plantas de las dos naves, con una reforma bajo los parámetros de salvaguarda del patrimonio y de ahorro energético.
La intervención del estudio Langarita Navarro fue inaugurada en el 2013, con el traslado del Medialab Prado a dicha infraestructura cultural finaliza los avatares de una de las escasos edificios representativo de los orígenes industriales de la ciudad de Madrid.
Del incendio al Medialab-Prado
El 14 de julio del 2005, la subestación eléctrica colindante con las antiguas naves de Las Serrerías Belgas, ardió poniendo en peligro todo el barrio. Los bomberos acabaron por controlar un incendio que curiosamente sirvió para generar un nuevo espacio cultural en la plaza de Las Letras.
El incendio de la colindante subestación eléctrica del Mediodía (sustituta de la primigenia, hoy convertida en el Caixa Forum) el 14 de julio del 2005, dejó sin luz a gran parte de la zona centro, pero hizo surgir años después (2007) una nueva plaza, cuando ésta se trasladó a la Cuesta de Moyano. En los bajos de este nuevo equipamiento se instaló durante siete años el proyecto del Área de las Artes: Medialab Prado, desde su original ubicación en el Centro Cultural Conde Duque.
En el 2010 se construyó una pantalla urbana como infraestructura cultural que interacciona con el espacio público de la plaza de reciente creación.
Este incendio hace pensar a otro que ocurrió muy cerca en los albores del siglo XIX: La fábrica de la China. Tras la devastación, no quedó nada del que fue quizá uno de los proyectos más importantes de los que emprendieron los ilustrados de Carlos III en la ciudad De Madrid: La fábrica de Porcelana.
Muchos de estos proyectos se centraron en la zona del Paseo del Prado y casi todos ellos tuvieron relación con la Ciencia, la innovación y la tecnología. La Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro significó la traslación directa en Madrid de una industria creativa la de porcelana de lujo que se desarrollaba con éxito en Nápoles. La fábrica de Capodimonte se trajo a Madrid, casi piedra por piedra, así como sus modos de trabajo y artesanos. Durante años, se convirtió en un centro de innovación único en su campo, en el que se buscó una fórmula para la porcelana para la que se llevaron a cabo innumerables pruebas y experimentos científicos, para alcanzar un tipo de porcelana de excelente calidad.
La fábrica fue desmantelada y al final completamente destruida entre las tropas francesas y las escaramuzas de las tropas inglesas a su entrada en Madrid al final de la guerra de la Independencia.
Este proyecto desde cero, es uno más como el Jardín Botánico, un proyecto que planteaba Juan de Villanueva en el conjunto del paseo del Prado una mezcla entre ocio y trabajo científico, al definir el Botánico como un jardín palaciego con un recorrido para todos los públicos y al lado de un nuevo palacio dedicado a la ciencia, que al final se acabó convirtiendo en el Museo del Prado. El jardín de plantas de Madrid y gracias a las expediciones botánicas a las colonias españolas, llenó especies de plantas traídas hasta Europa y sirvió de germen distribuyéndolas para el resto de los nacientes jardines botánicos de Europa.
Al mismo tiempo (1792), en el cercano Palacio del Buen Retiro, un lugar no muy del agrado de los Borbones, se habilitó el proyecto de Real Gabinete de Máquinas, en el que Agustín de Betancourt creó un espacio expositivo pero esta vez para visitar réplicas de ingenios mecánicos, tecnologías nuevas como el vapor, … réplicas de máquinas llevadas a cabo por un equipo de artesanos en la Escuela de Caminos de París. Exposición de ingenios, planos y modelos que durante años se mostraron a los visitantes del palacio como un recorrido de las novedades tecnológicas a modo de prototipos que más años más tarde darían pie a la primera revolución industrial, en los Países Bajos o Inglaterra. Este curioso museo de máquinas, acabó desapareciendo, como el propio palacio donde se ubicó por primera vez.
Innovación e utopías
En los albores del siglo XX la vieja ciudad de Madrid mutó sus estructuras medievales (conventos, iglesias, cuarteles) en edificios de vivienda y comercio o en industrias. Estas primeras industrias, vieron nacer desde cero ideas innovadoras como la fabricación de cerveza en una ciudad que sólo consumía vino. Mahou y sus hijos reivindican de algún modo su pasado alsaciano y se emprenden, primero a aprender y luego a invertir en la producción de cerveza. Durante años los Mahou compatibilizan la producción de pinturas y hielo con la cerveza.
Palacios convertidos en fábricas centradas en la innovación y la excelencia, museos de máquinas donde ver el futuro, paseos y jardines para el ocio y el trabajo científico, fábricas utópicas donde crear y fabricar cualquier cosas, la primera empresa ecológica de Madrid. El Medialab-Prado pasa a ocupar un espacio simbólico cargado de historia, donde quedan abiertos muchos conflictos entre el recorrido expositivo y la innovación tecnológica, o frente a la capacidad de una ciudad de se productora de un modo sostenible de sus recursos o un lugar de paso para el visitante.
David Rodríguez
#hacerbarrio #foodlab
@medialabprado
Gabriel
Megazord post.
Esto es un trabajo de investigación en toda regla.
Paloma
Interesantísimo. Gracias David por ayudarnos a conocer mejor nuestro barrio. bss
vicente patón
Muy interesante y completo informe, con fotografías impresionantes. Hoy hemos tenido una reunión en la que uno de los temas que se han comentado ha sido el del valor del bien común, que amplía el concepto de bien patrimonial, mediante una visión amplia de la historia, el conocimiento y el trabajo humano. La titularidad de un bien no puede impedir que éste sea un producto de la sociedad en su conjunto, y que esté por tanto sujeto a regulación pública. Esta visión amplia es cada vez más necesaria, y en este informe se expresa muy bien. Gracias David.
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