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La interdisciplinaridad, del manifiesto a la necesidad

Ayer, en su intervención “Acerca de la visualización topológica de redes”, Daniel Rojas apostó una vez más por lo que prácticamente se ha convertido en un manifiesto de la visualización y de la producción tecnológica más actual: la interdisciplinaridad.

Unas horas más tarde, Benjamin Fry exponía la tesis que ha revolucionado el campo de la visualización de datos: no deberían considerarse las matemáticas y estadísticas por un lado, el diseño y la ciencia computacional, y de las investigaciones de corte científico y social como bloques separados. Convergen todas estas disciplnas en un mismo campo generador, aquel en el que trabaja la visualización de datos como la gran apuesta comunicacional para el siglo XXI.

En el caso de Daniel Rojas, su trabajo de investigación navega por la topología, las redes informáticas y las redes sociales. Y para ello analiza una serie de proyectos que han sido como vectores paradigmáticos para llegar a esta convergencia: los siete puentes de Königsberg, el mapa de la primera red informática o los sociogramas realizados por Moreno. Además presenta una serie de casos vinculados a la intersección entre las disciplinas que ha decidido seleccionar:
• Redes de datos: Walrus, CarnivorePE.
• Redes semánticas: Valence, Esfera de las relaciones.
• Redes sociales: They Rule, We Feel Fine y The Dumpster.

Su exposición, además de erudita y asentar para los “profanos” los basamentos de las teorías de grafos y redes, ha planteado una serie de cuestiones que esperamos ir respondiendo, en aproximaciones sucesivas, a lo largo de este seminario y del taller.

Las estrategias básicas a la hora de representar las estructuras de relaciones entre elementos geográficos, tecnológicos o humanos son comunes a todos ellos: tamaño, densidad e intensidad. Por el momento la combinación de estos tres elementos ha sido una forma adecuada de volcar los datos de origen cuantitativo (las inmensas masas de información) en las representaciones gráficas.

Esto representa un movimiento hacia la comprensión y, en cierta medida, la simplificación de la complejidad hasta niveles cognitivamente aprehensibles.

Sin embargo, aquí se pueden señalar una primera problemáticas emergente: ¿cómo hacer el viaje en dirección contraria, dotando de la caracterización necesaria de tipo cualitativo que acompaña todos los datos sociales, los productos conseguidos hasta el momento? El proyecto Red libre – red visible parece trabajar en esta dirección.

Otro elemento esencial que destacaría de la exposición de Daniel Rojas es una pregunta que cualquiera que quiera participar en un proyecto de visualización de datos se debe hacer: ¿Cómo escogemos los datos? ¿Cómo los “limpiamos” y “refinamos” del ruido informativo? ¿Qué criterios utilizamos para ello? ¿Qué y a quiénes nos estamos dejando fuera?

Pues siempre hay que tener en cuenta que lo que se plasma en cada uno de estos proyectos no es más que la visión del “nuevo cartógrafo” sobre un espacio desconocido que quiere comenzar a abarcar. Entonces: ¿es importante el grado de cientificidad o admitimos que es una mirada subjetiva sobre el mundo?

En función de unas u otras posturas, entonces el valor, la precisión y la representatividad son elementos de calidad del proyecto que deben ser tenidos en cuenta.

La solución quizás proceda de admirar la diversidad de los mismos, y, como señaló más tarde Benjamin Fry, de admitir la inabarcabilidad del proceso por individuales, la necesidad de trabajar en colaboración en equipos interdisciplinares y, por último pero no menos importante, no albergar ningún tipo de temor a la hora de acercarse al lenguaje y herramientas de otras disciplinas, incluido el código y la programación.