Diálogo. Traducir las claves de un nuevo paradigma cultural*

Corto y pego el post que ha escrito Susana Serrano en su blog, Russian Dolls, reivindicando y poniendo en valor la mediación cultural, especialmente en el ámbito de la cultura digital y en la confluencia del arte, la ciencia, la tecnología y sí, efectivamente, la sociedad:

Para todos todo. Val del Omar

«¿Por qué hoy son necesarios espacios como MediaLab-Prado? Para la (media)ción – facilitar procesos de investigación, producción y aprendizaje.

Pronto hemos ido descartando la denominación “medialab” y ya hablamos simplemente de laboratorios o “labs”. Esto sucede porque, acertadamente, se quiere quitar el acento en los medios, entendidos como la parte tecnológica del asunto, y ponerlo en otra parte. Sin embargo, se me ocurre que podría recuperarse si nos inventamos que la etimología proviene no tanto de medios(media) sino de mediación; laboratorio o plataforma para la mediación. (no es una propuesta sino un recurso retórico)

¿Qué es realmente más significativo lo que allí se produce o los procesos que se generan? ¿No tienen como principal impulso “mediar”, facilitar que las cosas sucedan?

Nos encontramos en un punto en el que se ha avanzado mucho y muy rápido tecnológicamente, ha habido una fuerte experimentación en las dos últimas décadas y se han creado una gran cantidad de nuevas herramientas y tecnologías. Esto nos sitúa, por tanto, más en el momento de sacarles partido, de socializarlas. Algo que se ha notado en diversos proyectos del ámbito sociocultural de los últimos años que significativamente se han centrado en generar valor de estas herramientas y ponerlas en manos o al servicio de problemáticas sociales.

En esa confluencia entre arte, ciencia, tecnología y sociedad siempre nos ha llamado la atención lo diferente de la última palabra. Es decir, que las tres primeras hacen referencia a metodologías o herramientas, pero la última hace referencia a… “todo”. Entonces ¿por qué se incluye?. Quizá porque la sociedad no es sólo escenario, beneficiarios-usuarios, sino agente activo en la producción de conocimiento, aunque sólo sea haciendo un clik de recomendación de un artículo de The Guardian.

Creo además que sería interesante tener una visión más amplia de lo que es la mediación y ponerla en valor. Tener en cuenta que se da, o se debería de dar, en cualquier institución a múltiples niveles. Por ejemplo cada uno de los expertos responsables de alguna actividad en un espacio hacen también de mediadores con respecto a unos conocimientos y unas personas determinadas que se han interesado por la temática. El medialab como “Institución” hace a su vez el papel de mediador con respecto a una serie de prácticas y conocimiento asociado a lo digital y la ciudad.

Los diferentes agentes que desempeñan la labor propiamente de mediadores en salas hacen, a mi modo de ver, la mediación más complicada; por la versatilidad que requiere ante un público impredecible y heterogéneo que se acerca al lugar. Además ellas/os en última instancia dan cuenta del valiosísimo feedback de los visitantes que son en definitiva los verdaderos “protagonistas de la película”. La comunicación debería fluir aún más en ambas direcciones, ser un diálogo, y no cometer los mismos errores que en otros espacios más tradicionales. Estos trabajadores culturales, muchas veces invisibles, que están fuera del foco, no se les reconoce lo suficiente para la toma de decisiones. Volvemos a tener mayoría de mujeres para esta labor, qué casualidad. La empatía, la comunicación y la escucha, como herramientas fundamentales. Personalmente creo que no quiero ir tan lejos si sólo llegamos unos pocos, prefiero ir más lento y que lleguemos todos.

A muchos nos sucede que en charlas y debates muchas personas dicen no entender nada de lo que decimos, incluso en ámbitos profesionales. Y no me refiero sólo al lenguaje empleado (jerga) sino a las ideas que se manejan. Que no se nos entienda, es un problema, ES el problema, bajo mi punto de vista. Porque luego llegan los “expertos” explicando en masa lo que son las redes sociales y se olvidan de la propia naturaleza de la red y de por qué hemos llegado hasta aquí. Luego nos sorprendemos de que nadie se cuestione las condiciones de uso de facebook o que no haya más personas implicadas en la lucha contra la Ley Sinde (por motivos más allá del fastidio de no poder bajar más pelis). O, simplemente, no entendemos porque no hay ya un “medialab”, o varios, en todas las ciudades.

Creo que vamos tan rápido que se hace urgente una mejora en la mediación de lo que entendemos como cultura digital, en la que todos estamos implicados, pero muchos sin saberlo. También habría que preguntarse, ¿dónde está la crítica sobre las prácticas artísticas que hacen un uso social y creativo de las tecnologías? ¿en qué medios están fuera de este círculo? Entendiendo a la crítica como unos criterio a debate, un contexto y una visibilización de lo que está pasando; para el ahora y para la memoria. Hay que perderle el miedo (o la manía) a la palabra “arte”, porque al final siempre se utiliza, como coartada, como un lugar que te blinda ante las balas y te permite el error. Entenderla como lo que es, una metodología más para la producción de conocimiento. Requiere de cierto discurso explicativo que no juzge sino que ayude a comprender su funcionamiento, su papel y algunas posibles maneras de apreciación estética.

Espacios como MLP se han convertido en referentes, en un “nuevo” modelo que funciona. Pero yo echo en falta más investigación en esta línea, lo cual no significa un nuevo “compartimento” dentro de las actividades, sino que aparezca integrado en todas ellas. Y por otro lado, creo que es muy importante que el miedo de MLP ante un cambio de escala, con respecto al público, es absolutamente necesario que suceda, pese a las dificultades que pueda presentar. Tener reticencias ante esa ampliación, decir que la comunidad del medialab son personas con “cierta” formación en los tema que allí se tratan, es dejar fuera a la mayoría; que está siendo parte de cambios importantes y construyendo esa cultura digital de la que tanto hablamos pero a ciegas.

*Este texto es mi contribución al debate en torno a “Pensando y haciendo MediaLab-Prado” (no es tarde si la dicha es buena)»

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