En el diccionario de la RAE (Real Academia Española) aparecen las siguientes acepciones del término visión: acción y efecto de ver; punto de vista particular sobre un tema, un asunto, etc. Contemplación inmediata y directa sin percepción sensible. Creación de la fantasía o de la imaginación, que no tiene realidad y se toma como verdadera. Así mismo, del término imagen aparecen las siguientes: figura, representación, semejanza y apariencia de algo. En sentido óptico, una imagen es la reproduccion de la figura de un objeto por la combinación de los rayos de luz que proceden de él. En sentido retórico, una imagen es una representación viva y eficaz de una intuición o visión poética por medio del leguaje.
En las anterioes presentaciones del seminario que ha acompañado la reflexión teórica del taller Interactivos’08?: Juegos de la visión, nos ha surgido el interrogante acerca de aquello que denominamos una imagen, pero también por el estatuto mismo de la visión. Lo visionado como contenido de la visión ya sea producido por efectos ópticos o retóricos evocan algo sensible. La visión siempre es de algo que se representa en ella ya sea percibido, intuido o imaginado, por lo que a cada visión supuestamente le corresponde una «imagen». Pero la generación de imágenes de sus contenidos y de sus referentes están sometidos a las novedades técnicas que las producen, dando origen a nuevos regímenes escópicos, a nuevas maneras de ver, que consecuentemente provocan saltos epistémicos que afectan la forma en que las imágenes median nuestra relación el mundo y la manera como nos lo representamos.
Estas eras de la imagén, estos regímenes escópicos como los ha denominado en su conferencia el profesor José Luis Brea, no son equivalentes a los paradigmas científicos de kuhn y, por lo tanto, no se generarían de la misma manera como se produce una revolución en ciencia, cuando las anomalías que no pueden ser explicadas dentro de cada paradigma dan origen a un nuevo paradigma explicativo que si puede dar cuenta de ellas. Se trata, mas bien, de que la inserción de las novedades técnicas conforman rizomaticamente cada regímen escópico, creando regiones o agrupaciones de conceptos identificables como pertecientes a un mismo grupo con razgos de familia caracteristicos, pero que son independientes el uno del otro.
El profesor Brea identifica tres eras de la imagen, tres regímenes escópicos. El primero sería la era de la imagen-materia a los que pertenecería la pintura, la fotografía o las artes plásticas. En segundo lugar, la era de la imagen-filmica mas ligada al cine, a la imagen en movimiento que sigue una lógica temporal narrativa o histórica. La tercera, es la era de la e-imagen: la imagen electrónica.
Lo caracteristico de las imágenes electrónicas, nos ha dicho el profesor Brea, es que se parecen a las imágenes mentales en el sentido de que no son objetos del mundo, son imágenes con razgos fantasmales o espectrales que no pertenecen a la materialidad del objeto. Se representan a sí mismas y por ello son autoreferenciales. Estas e-imágenes pierden su temporalidad así como su permanencia estable debido a su formato efimero. Pero la e-imagen posibilita nuestra capacidad de mediar simbólicamente con el mundo, en el sentido que nos permite generar una economia del deseo, gracias al vínculo que generan entre imagen y deseo. A diferencia de la imagen filmica, la e-imagen no necesita de un lugar y de un modo especial para reproducirlas; no se reproducen de la misma forma, puesto que no hay original y copia, todas las imágenes electrónicas son iguales, son todas originales y no son diferentes dando lugar a una identidad de los iguales. En las imágenes filmicas la relación entre imágenes es secuencial generada por la sucesión histórica, su forma de diferenciación es ante todo temporal y no espacial.
Dentro del esquema que nos presentó el profesor Brea para describir y comparar el regímen escópico de las e-imágenes, nos ha mostrado que el modo de memoria producen estas e-imágenes es la relación de lo distinto con lo distinto y, por lo tanto, las relaciones entre imágenes son aleatorias. Este regimen escópico se caracteriza también porque se insetar no ya en un modo de producción material sino en un modo de producción simbólico. La generación de una economía del deseo provocan que la cultura y la producción cultural sean un recurso para la economía, por lo que los modos de producción no se dirigen ya a la multiplicación de bienes y a la generación de valor en el sentido de la economía clásica, sino a la producción y reproducción de la vida psiquíca, a la producción de experiencias que no se agotan, por lo que en esta ecommía cultural los individuos no adquieren bienes como tales sino que lo importante son los medios y los canales de distribución y el derecho de acceso que se tenga a esos «nuevos» bienes de consumo para la vida psiquica de los individuos. Los individuos que se producen no son yoes individualizados, sujetos cartesianos, sino que pertenecen a multitudes diversas. No son individuos sino «dividuos». Este régimen escópico de la e-imagen con su correspondiente economia y cultura visual es, por lo tanto, bio-político.
Las consecuencias que trae la aparición de la e-imagen para el arte y las practicas artisticas es que la exigencia de singularidad ya no se corresponde con este régimen, como si ocurría con los otros (imagen-materia y la imagen-filmica). Aquí se produce una forma hiperescópica generada por los multiples puntos de vista que terminan produciendo una visión total que tiende a la transparencia y a la visibilidad absoluta.
Una de las afirmaciones que más me llamó la atención de lo dicho por el profesor Brea, ha sido el de considerar que las imágenes electrónicas tienen un valor perlocusionario, de modo que los productores o generadores de estas imégenes lo que buscan es hacer, actuar por medio de ellas, convirtiendose en actores y agentes culturales capaces de generar prácticas simbólicas pero, al mismo tiempo, se convierten en espectadores y consumidores de las mismas. Es esta multiplicación de las imágenes, de los agentes capaces de producirlas, así como los infinitos puntos de vista que se generan, lo que crea una especie de «infierno» de las imágenes. No habría esquemas conceptuales aplicables a tal multiplicidad de sentidos porque las e-imágenes son autorreferenciales. Para solucionar el problema de cómo estudiar y entender este modo de producción de imágenes, habría que reconstruir y hacer un seguimieno de la vida pública de estas imágenes y, consecuentemente, el análisis visual tendría que estar muy ligado a los contextos específicos donde se producen y generan. La visualidad no es pura, pues está vinculada a los contextos, a los medios y a los agentes que los producen. Esta última afirmación ha sido la conclusión final a algunas de las preguntas que los asistentes le hicierón al profesor Brea. Alex.